Es una obra realizada en madera de cedro real tallada y policromada al óleo, por el imaginero onubense Elías Rodríguez Picón.
La imagen, de estilizada silueta, ligeramente girada a la derecha, mide dos metros y siete centímetros de altura, y siendo sumamente expresiva y representa a Jesucristo crucificado en el preciso instante de pronunciar su Quinta Palabra en la cruz, la que se nos narra en el Evangelio de Juan en su capítulo 19 y que atribuye la advocación a este portentoso crucificado. Inserto en las fórmulas sevillanas de imaginería, se representa a un Cristo vivo, con cuerpo bien trabajado anatómicamente. Con el fin de aliviar la asfixia, el Varón adelanta el torso en infrahumano esfuerzo para emitir su ruego, el cual será atendido con malicia por parte de los verdugos.
Tiene la cabeza ligeramente inclinada hacia el lado derecho, con la vista dirigida hacia el cielo. El minucioso tallado de la afilada barba y el cabello, este último partido al centro y tocado con corona de espinas superpuesta, deja la oreja izquierda a la vista del espectador. Ambos ojos, modelados en pasta vítrea, presentan notables derrames. La sangre es un elemento fundamental en las torturadas carnes de este Crucificado, representada bien a través de llagas sanguinolentas – siendo especialmente traumáticas las de las abiertas rodillas y el hombro izquierdo por efecto de su caminar hacia el Calvario – bien a través de los numerosos caudales que surgen de la frente a causa de los pinchos de la corona. La angustiosa expresión de la mirada queda resaltada por unas cejas que se fruncen y elevan, lo que unido a las dos lágrimas de cristal y a las consumidas facciones del Varón acentúa el sentimiento de compasión que suelen provocar estas tallas procesionales integradas en el ciclo pasionista de Jesús. La nariz es prominente, propia del tipo hebreo, y la boca muestra su interior completamente anatomizado con apurado detalle. Ello, junto al ondulado mechón que cae sobre el hombro, evidencia su raigambre mesina.
El cuerpo, poderoso, presenta una complexión atlética, con la musculatura y la caja torácica muy marcadas, así como un acabado tumefacto en todo su cuerpo que termina de configurar un simulacro de fuerte dramatismo expresivo. Las piernas se hallan levemente flexionadas, algo más alta la izquierda que la derecha debido a la irregular posición de los clavos de los pies. Lleva un sudario cordífero anudado en la cadera derecha formando angulosos y amplios pliegues y dos moñas en los costados, quedando al aire el derecho. Va sobre cruz arbórea y lleva cuatro clavos.
La imagen fue bendecida el día 10 de septiembre de 2010 en la Iglesia Parroquial de San Miguel. El Señor permaneció en ella casi un mes hasta el traslado al Oratorio Provisional del Santísimo Cristo de la Sed. La procesión estaba prevista para el 9 de octubre, aunque por motivos meteorológicos dicho traslado se pospuso al día 12. Desde entonces nuestra hermandad contaba ya con el Señor que tanto deseábamos.
La hermandad madrina de la bendición del Cristo de la Sed fue nuestra querida Hermandad del Santo Crucifijo de la Salud y María Santísima de la Encarnación.